Tan Biónica: mi guilty pleasure argentino

Todo esto empezó cuando aún vivía en ese hostel decrépito, en una tarde aburrida de mi primera semana en Buenos Aires. Yo había venido a estudiar periodismo de rock, así que nada más apropiado que estar pendiente de lo que escuchaba la gente acá, ya que en ese entonces las bandas que yo conocía no eran famosas ni siquiera entre los familiares de sus integrantes.

Entonces entré a la página de Facebook de la revista Rolling Stone Argentina y ahí estaba: la nota de lanzamiento del lyric video de la canción “Las cosas que pasan”, de una banda llamada Tan Biónica, de la que nunca había oído hablar. Hice clic para mirarlo. Me pareció increíble, una linda melodía, una orquesta de acompañamiento, algunas referencias kitsch en las imágenes y una hermosa fotografía. Busqué su fanpage y para mi sorpresa tenía casi dos millones de likes, o sea, era una banda mainstream.

La tarde siguiente volví a la página de Rolling Stone Argentina para ver si había alguna nueva actualización. Sin embargo, la última publicación seguía siendo el video de Tan Biónica, pero en ese momento noté un detalle que había pasado desapercibido: la gran cantidad de comentarios. Hice clic para leerlos y me sorprendió ver que el 50% eran de personas que maldecían a Rolling Stone por tan solo difundir el video. El otro 50% era de personas que maldecían no solo a Rolling Stone, sino también hasta la quinta generación de la familia de Chano Moreno Charpentier, el cantante de la banda. En segundos lo entendí: Tan Biónica es odiada por los roqueros tr00 y amada por el público femenino menor de 17 años.

Teniendo en cuenta que tenía (¿tengo?) mucho tiempo libre y soy un poco masoquista (musicalmente hablando), quise conocer otras canciones de la banda. Algunas eran una reverenda mierda, otras realmente me gustaban, pero la mayoría de ellas eran una mierda que me gustaba. Posta, hasta el día de hoy me río sola en el subte cuando escucho en mis auriculares a Chano cantar “Y este amor es como un helado caliente, que te quema cuando lo quieres chupar”, pero simplemente no puedo dejar de escucharla.

Aprendí muy pronto que no puedo andar por la vida diciendo que escucho a Tan Biónica, hay que tener mucha confianza en quién va a recibir esta información para no correr el riesgo de que me peguen. Pero la verdad es que en la soledad de mi habitación paso los días escuchando, mirando y leyendo todo sobre ellos.

Como siempre trato de comparar todo lo que encuentro acá con la realidad brasileña, pronto se me ocurrió que Chano era como Di Ferrero, de la banda NX Zero. Se fue del underground al mainstream con la buena mano de una discográfica, empezó a salir solo con chicas famosas, es amado por las adolescentes y hace música de gusto dudoso, solo que canta peor, es un yonqui, no es tan lindo y aun así se las arregla para despertar mucho más interés de las revistas de celebridades.

Un panorama

Hace unas tres semanas quedó muy claro lo que representa Tan Biónica para los argentinos. El mencionado cantante estuvo involucrado en un accidente medio rari, casualmente cerca de donde vivo. En una madrugada lluviosa (después del partido de River, cuando se consagró campeón de la Copa Libertadores), Chano arremetió su auto contra otros vehículos que estaban estacionados en una calle relativamente tranquila, hizo un giro en U, volvió a meterse en el sentido contrario, se estrelló contra un último auto y finalizó la escena destrozando el portón de una casa.

Después de hacer toda la mierda, aparentemente drogado, detuvo el auto en medio de un grupo de hombres que caminaban por la calle bajo la lluvia.

¿Qué hicieron estos hombres? ¿Lo ayudaron? ¿Llamaron a la policía? ¿La ambulancia?

No.

Lo cagaron a palos. Porque, después de todo, nadie perdería la oportunidad de pegarle una piña a Chano y esa parecía la oportunidad perfecta. Terminó en el hospital, se operó el ojo y luego se fue descansar en su casa de campo, donde fue fotografiado por un paparazzi y apareció en la portada de la revista Caras.

El domingo pasado, con el ojo aún medio roto, Chano fue al programa del periodista más conocido de Argentina, Jorge Lanata, y lo explicó todo: su auto había sido apedreado por aquellos señores, y con la lluvia torrencial sumada al pánico total por lo que la pandilla le podría hacer, perdió el control de la dirección. También dijo que no estaba drogado, pero confesó que sí, es un adicto en constante tratamiento. Lloraba mientras hablaba. Y yo lloraba viéndolo llorar.

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