Por qué procrear está cada vez más lejos de mi realidad

Cuando tenía veinte años y ya estaba completamente convencida de que no quería tener hijos “ni ahora ni más adelante”, no había ser humano que no me dijera que cambiaría de opinión cuando fuera mayor. A todos les parecía gracioso y no era tabú que una mujer a esa edad dijera que no quería tener hijos porque simplemente interpretaban lo que decía como una mentira, una falacia, una idea pasajera. Así fue hasta los 26 o 27 años, cuando recuerdo claramente haber reprobado en una entrevista de trabajo porque respondí que no quería tener hijos, además de no mostrar demasiado interés en que una de las mujeres que me entrevistaba había parido hacía unos meses. No estaba triste, prefería trabajar en un lugar donde a nadie le importara si quería o no tener hijos y si los bebés ajenos me parecían o no lo más hermoso e interesante del mundo.

Aunque el tema ha evolucionado y muchas mujeres están optando por no tener hijos o tenerlos más tarde, nadie me convence de que ya no es tabú que una mujer de 30 años diga que no quiere tener uno. Porque es. No me importa, pero lo es. Es tan tabú que cuando veo a una mujer de mi edad o mayor decir abiertamente que no quiere tener hijos, me siento más normal. La mayoría de las que no quieren tenerlos tienen miedo de admitirlo o piensan que terminarán cambiando de idea en los pocos años que les quedan de fertilidad. Y algunas incluso cambian, a veces por miedo a arrepentirse después. Otras incluso congelan óvulos con la idea de que, no sé, tal vez alrededor de 50 reciban el llamado.

Por suerte, las personas cercanas a mí no tienen ningún interés en mi no embarazo, por lo que no es un tema que me moleste. Al menos no con tanta frecuencia. La maternidad no es un tema en mi vida y cuanto más años cumplo, más me parece algo fuera de mi realidad. No puedo pensar en razones suficientes para poner a otro ser humano en el mundo, y ni siquiera me refiero a razones que me beneficien a mí, sino a la persona no nacida misma. Sin embargo, tengo mucha razones para no hacerlo.

1- ¿Quién tiene realmente el coraje de traer a una persona a un mundo que literalmente se está acabando? Sí, porque el mundo se está acabando y no me refiero sólo al cambio climático o los recursos naturales, sino a cómo las cosas parecen avanzar y luego retroceder en la misma medida. Como humanidad, cada día perdemos más el derecho a vivir y tener una vida razonable y estamos más cerca de la miseria. Teóricamente, hoy podemos ser libres, podemos ser mujeres independientes y estar en escenarios que hace unas décadas eran inimaginables. En la práctica, somos violadas en todo momento y de todas las formas posibles. En teoría también podemos ser gays, lesbianas, trans, no binarios, pero nunca sin miedo a caminar por la calle, nunca a salvo de la violencia, nunca siendo tratados como seres humanos.

2 - No tengo dinero para darle a un niño todo lo que necesita para ser un adulto realizado. Yo misma solo tuve lo básico y para mí lo básico no es suficiente para un niño. El amor y una mamadera de fórmula son muy poco para que él esté sano y pueda desarrollarse psicológica e intelectualmente y estar preparado para la vida adulta sin sufrir absolutamente todos los días de su vida. No es suficiente para que tenga oportunidades, aproveche cada una de ellas y lleve una vida mínimamente cómoda.

3 - ¿Quién tiene tiempo para tener hijos en estos días? A menos que seas una heredera o tengas una pareja millonaria, supongo que tenés que trabajar ocho horas al día, cuidar la casa, ir al supermercado, ir al médico y hacer todas las cosas que naturalmente ya tiene que hacer una persona sin hijos. De todos modos, no estoy segura de que las madres tengan derecho al ocio, la diversión, el descanso, el cuidado personal y el mantenimiento de la salud mental.

4 - Aunque no eligiera tener un hijo sola y el padre fuera presente, la carga sería toda mía. Sé que en mi caso sería así y que para la mayoría de las personas también lo es. Porque sé que si al final no cambio yo un pañal, por ejemplo, tendré que responder dónde están los pañales, dónde están las toallitas húmedas, cómo cambiar el pañal, cómo asear al bebé, dónde poner el pañal sucio. Aunque pueda sentarme en el sillón mientras se supone que el papá esté haciendo su parte, voy a tener que usar mi cerebro para que él nunca tenga que usar el suyo y todavía piense que está dando una gran mano.

5 - No sé si estoy dispuesta a dar mi vida para cuidar otra. Sé que una madre nunca deja de preocuparse por un hijo, tenga 3 años o 45. A mí ya me cuesta bastante sobrevivir sola en un mundo en el que no sé cuánto tiempo tendré trabajo, cuánto tiempo tendré dinero para alquilar un departamento, para alimentarme y vestirme, entonces imagino tener que manejar toda esta inseguridad que se vive en estos días y al mismo tiempo cuidar de alguien más, que es enteramente mi responsabilidad.

6 - No puedo ser tan egoísta como para parir a alguien en condiciones de vida que no considero ideales solo por capricho. Y por capricho quiero decir, esperar que me cuide cuando sea vieja, que perpetúe mi ADN o ese tipo de cosas en las que solo piensan los idiotas.

Y por último, pero no menos importante, dios me libre de pasar a otra persona estos brazos gordos.

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