sábado, 29 de marzo de 2025

¿Debería empezar a fumar?

Versão em português.

Tengo un balcón en mi propia habitación. Sí, ahora cada mañana cuando me despierto y abro las persianas venecianas que son tan viejas como este edificio (unos 100 años, arriesgaría decirlo), podría quedarme ahí en mi balconcito mientras tomo mi café. No lo hago por algunas razones: estuvo lloviendo durante casi todo el mes de marzo, todavía hace algo de frío y en frente a mi habitación hay un colegio con niños gritando como desquiciados todo el día. Y adultos por la noche. En mi último departamento en Buenos Aires me pasaba algo similar (no con el balcón, pues no había, pero sí con el colegio), así que es una tortura ya conocida. Pero se entiende que corta todo el clima, ¿no?

Mi tercer hogar en Barcelona está en el barrio de Sarriá-Sant Gervasi, pero me gusta decir que es Gràcia, no solo porque es mucho más cool vivir en Gràcia, sino porque efectivamente Gràcia está doblando la esquina. De los tres barrios en que viví, este es claramente mi favorito. Está entre el lío permanente del Eixample y el constante aburrimiento de La Verneda. Entre los brunchs llenos de guiris del Eixample y los cafés-bar fundados para operarios hace 45 años de La Verneda. 


Con la mudanza se fueron recuerdos y situaciones que me arruinaban la psiquis y de pronto empecé a reflexionar. ¿En cuántas casas más viviré en esta ciudad hasta que me hinche las pelotas y me vaya a vivir aislada en medio a los Pirineos? 


Sí, sí, muy lindo vivir en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo y tener todo a mano en dos segundos, ya lo sé. Pero cuando llegás al momento de tu vida en que tus búsquedas de Google son básicamente el precio de una inyección de bótox, de una cafetera y de un juego de sábanas de 300 hilos, lo siguiente solo puede ser alquileres en pueblos remotos de España. 


No sería nada muy distinto de lo que vengo haciendo toda mi vida, si lo pienso. Es decir, no mudarme a un pueblo remoto de España, sino hincharme las pelotas y decidir hacer algo completamente diferente. 


Mientras tanto, empezaré a disfrutar de la primavera, que creo que finalmente ha llegado a este país, para poder aprovechar mejor mi balcón sub alquilado, aunque sea en el silencio de las 10 de la noche, quizás con un Marlboro entre los dedos. Bueno, no. Si empiezo a fumar, el bótox tendrá que ser la prioridad, pero ahora lo que quiero realmente es una cafetera.


miércoles, 26 de febrero de 2025

Todavía extraño a mi ex

Ler versão em português.

Hoy se cumple un año desde que aterricé en El Prat y sentí por última vez ese dolor siniestro en la cervical que me acompañaba desde hacía meses. Fue justo después de que el avión tocara el suelo, cuando me levanté y agarré mi carry-on. Nunca más lo volví a sentir. Luego de haber estado más de dos meses padeciendo en Brasil, mi estado era una clase de euforia contenida por el cansancio. Era un lunes por la mañana, hacía un poco de frío y estaba soleado. Dentro del taxi que me llevaba hasta el departamento de la calle Bailén, los edificios de la Gran Via me llenaban los ojos y me hacían acordar a mi ex. Mi ex ciudad. Buenos Aires. 

Un año de Barcelona y tengo que admitirlo: aún la extraño.

Cuantas más ciudades conozco, más me convenzo de que no hay ninguna como Buenos Aires. Quizás haya ciudades más lindas, más seguras, más coquetas, más cosmopolitas, con más alternativas para gastar tu plata, pero ninguna es como Buenos Aires. Podría decir que Buenos Aires tiene ese je ne sais quoi, pero, dale, todos sabemos qué tiene Buenos Aires.

Buenos Aires tiene eso de que te vas una semana de vacaciones y no te querés volver de ahí jamás. Es un lugar que te abraza y te da todo. Incluso algo de sufrimiento, pero, en el fondo, la culpa no la tiene ella. También tiene eso de que llega un momento en que hay que saber dejarla ir. O irse de ella. Entregarse a otro lugar. En mi caso, Barcelona.

Para mí, Barcelona es como ese nuevo novio que es elegante, exitoso, estable mental y económicamente, vive solo en su propio departamento, tiene auto y ahorros, un partidazo. Pero un poco aburrido, incluso medio tibio. Se considera progresista, pero no le interesa mucho la política, y todos sus viajes fueron dentro de Europa. Le gusta volver a casa antes de la una, no suele exagerar con el alcohol y tampoco se arriesga con la comida callejera. Por cierto, le encanta el sushi.

Buenos Aires, en cambio, es ese ex medio tóxico que te volvió loca, que está más bueno que comer pollo con la mano, que te llevó a las mejores aventuras y te hizo vivir las mejores experiencias. Te trató mal algunas veces, te hizo llorar muchísimas más, te metió en varios quilombos y lo quisiste dejar mil veces. No tiene un peso en el bolsillo, pero te invita un choripán en la costanera y, cada tanto, amasa unas pizzas riquísimas. Hizo un mochilón por toda Latinoamérica y el sudeste asiático, y se involucra en todos los temas del momento.

Buenos Aires es fumar flores que tu amigo cultivó en la terraza. Barcelona es hacerte socio de un club de marihuana y comprar ahí unos prensados. A veces, hacerte socio sin querer. Dos veces. En dos clubes distintos. Puede pasar.

Un año después, estoy satisfecha con mi decisión, a pesar de que muy poco haya salido como planeado. 

Sí, porque al final, nuestro lugar en el mundo lo hacemos nosotros, no importa dónde sea ni qué cosas te ofrece. Hay que buscar lo que nos llena, como un kebab de pollo en el Born un jueves cerca de la medianoche.

viernes, 31 de enero de 2025

Enero

Ler versão em português.

Estaba acá tratando de controlar las pocas cosas que pueden ser controladas (el orden de la playlist Sad Songs, por ejemplo) mientras pensaba en la locura que fue mirar cómo todo a mi alrededor daba vueltas sin sentido. Este fue mi enero. Preguntas aparentemente sin respuestas y la certeza de que la vida es lo que quiere la vida, no lo que quiere una.

Un día estás debajo de una manta mirando la segunda temporada de Squid Game, brazos debidamente entrelazados, segura y satisfecha de que este es tu destino, y el otro estás en una fiesta de dancehall en Badalona con un rumano, un trinitense y un jamaiquino. 

Un día pasás 40 minutos batiendo crema con un tenedor, alcanzando el punto perfecto del chantilly para hacer un postre que no salió mal, y el otro estás comprando una entrada para el Primavera Sound Porto mientras balbucea “fuck it”.

En enero aprendí que los planes son solamente planes, algo que puede suceder si el universo así quiere. Y no hay nada que puedas hacer al respecto. También aprendí que quizás algunas preguntas realmente no tengan respuestas. Que tal vez sea esto y nada más. Aprendí que un día estás y el otro ya no. Así, en un parpadear de ojos. Un suspiro y lo que era ya no es más. 

Nunca me gustaron las preguntas sin respuestas. El “por qué” sin su “porque”. Entonces lo que hice a lo largo de este interminable mes fue crear mis propias respuestas. Y la verdad que tampoco me salió mal.

En enero taché lugares nuevos de mi lista y resignifiqué otros tantos, tiré a la basura un montón de cosas que no servían para nada e intenté hacer nuevos mejores amigos porque los viejos estaban muy ocupados (no funcionó). El virus que no perdonó a nadie en Barcelona tampoco me dejó ilesa y descubrí que no hay un límite de moco que nuestro pulmón puede llegar a producir en un mismo día. Caminé por los lugares más inhóspitos de Barcelona (¿o era Hospitalet?), reservé una significativa fracción de mis días solamente para mirar memes, consideré la posibilidad de enamorarme de un italiano, de un noruego y también de un vasco, superé mi récord de series vistas en tan solo 31 días y anduve en tranvía por primera vez. No se siente muy distinto de estar dentro de un bus, la verdad. 

No tengo la más puta idea de cómo será febrero, solo sé que será más corto y que cuando se termine, habré (sobre)vivido un mes más. Pero no sin antes haber puesto todas mis cosas en valijas otra vez.


lunes, 6 de enero de 2025

Perdida

Incluso medio Lost in Translation, diría yo. Muchos idiomas, muchas formas de hablar, muchas formas de ser. No se entiende, no entiendo y no me entienden. No nos entendemos. Hacemos cosas que no tienen sentido. Para el otro. “Hay que buscarle el sentido”, pensaba. “Hay que hacer que empiece a tener sentido”, pensaba también. 

Tan simple como dos personas que eligieron estar juntas. Tan complejo como caminar de la mano en sentidos opuestos. Tan inútil como subir por la escalera mecánica que baja. 

Despertarse cada mañana intentando encontrar respuestas mientras el agua se deshace de las últimas células que quedaron en las fibras. ¿Era para ser así? ¿Era eso y nada más? ¿Qué se hace con lo no vivido, con lo que quedó por la mitad?

Gustavo decía que hay vacíos que no se pueden llenar, pero ¿qué más da, sino tratar de reformular el tetris en la pared? 

Hablando de vacíos, ¿alguien dijo algo sobre vaciar lo que está lleno? 

Hace frío y cuando te quitas la ropa te das cuenta de que te quedó una cicatriz, que no importa lo que hagas con ella, siempre que la mires te vas a acordar. De lo que fue. De lo que no fue. De lo que hiciste. De lo que te hicieron. De lo que no te hicieron. De lo dicho. De lo no dicho. De que nada es tan simple como podría ser. En verano será más evidente, entonces supongo que te acostumbrarás. 

Ese debe ser el secreto, acostumbrarse. Para algunos incluso conformarse. Pero acá no. Acá sabemos que lo poco no es suficiente. Acá cambiamos de casa, cambiamos de profesión, de color, de idea. Acá cambiamos de país, de ruta, de amor e incluso la forma de ver las cosas. Acá siempre queremos mucho. Porque somos mucho y ofrecemos aún más. 


martes, 31 de diciembre de 2024

Meus favoritos de 2024

Versión en español.

Antes tarde do que nunca, chegaram os tão esperados Metódica Empedernida Awards 2024. Este ano houve certa reviravolta em comparação com o ano passado enquanto a filmes e discos. O quesito séries continuou a mesmíssima paupérie, e, para piorar, ainda não tive tempo de terminar a segunda temporada de Squid Game que, por tanto, ficará de fora da lista. A questão é que este ano a safra de discos me pareceu excelente, ao contrário do ano passado. E também ao contrário do ano passado, a de filmes deixou bastante a desejar.


Enfim, aí vão algumas ideias de coisas para ouvir e ver ano que vem:


Meus discos favoritos de 2024:

1- Romance - Fontaines DC

2 - Brat - Charlie XCX

3 - Vicious Creature - Lauren Mayberry

4 - I Lay Down My Life For You - JPEGMAFIA

5 - Por Cesárea - Dillom 

6 - Ohio Players - The Black Keys

7 - Short n’Sweet - Sabrina Carpenter 

8 - Aura - Rei Brown 

9 - Charm - Clairo

10 - Radical Optimism - Dua Lipa



Meus filmes favoritos de 2024:

1 - Casa en flames

2 - Challengers

3 - We Live in time

4 - Blink Twice

5 - Snack Shack 

6 - Dìdi

7 - Mamífera

8 - A Different Man 

9 - The Room Next Door

10 - Anora



Minhas séries favoritas de 2024:

1 - Nobody Wants This

2 - Baby Reindeer

3 - Alice and Jack

4 - Cien años de Soledad

5 - One Day

6 - Hacks 3

7 - Curb Your Enthusiasm 12

8 - Monsters

9 - Heartstopper 3

10 - Unstable 2


sábado, 28 de diciembre de 2024

Um ano pode ser muito

Versión en español.

Querida eu, esta é você no seu 35º aniversário. 

Era 28 de dezembro de 2023, eu comia um chocolate remanescente do Natal, amolecido por aquele clima subsaariano, e só conseguia pensar se realmente sobreviveria até a última semana de fevereiro. O ar condicionado já quase não dava conta de manter fresco aquele diminuto quarto de hóspedes que recebia sol direto desde o meio-dia. Da janela, através dos losangos da rede de proteção que impedia a gata selvagem de se suicidar, eu podia ver os turistas carregando suas cadeiras, seus guarda-sóis, seus JBLs e seus coolers cheios de latas de Skol caminhando felizes em direção à praia Central. Eu sabia que eu estava ali só de passagem, mas era difícil não questionar que estupidez eu tinha feito com a minha vida naquele passado 10 de dezembro.

Se eu pudesse escrever um e-mail de dois parágrafos para minha eu de um ano atrás, reservaria uma frase para contar que deu tudo certo com a minha chegada a Barcelona e pularia imediatamente para dezembro de 2024. Porque se eu contasse que passaria meu aniversário número 35 em um hotel boutique com vista para as montanhas em um povoado medieval francês, e que no Natal comeria coisas que eu nem sabia que existiam a metros de um aquecedor, me daria a força necessária para continuar vivendo. 

2024 foi a loucura mais louca da minha vida, e olha que em 2015 eu já tinha largado meu trabalho, minha emergente carreira de jornalista e minha vida no Brasil para ir a Buenos Aires fazer não-sabia-bem-o-que. Mas cruzar o Atlântico pela primeira vez na vida para me instalar em uma cidade que escolhi quase ao azar é algo que considero um pouco mais ousado. 

Dando uma olhada na minha pequena lista de resoluções para este ano que termina, que constava de somente sete itens, percebo que pude cumprir apenas três. Longe de me sentir frustrada, achei graça do rumo que as coisas tomaram, porque mesmo que eu não tenha alcançado a maioria dos meus objetivos, acabei conquistando coisas que há um ano, quando escrevia a lista, eu nem sonhava que fosse querer conquistar. E outras que não sabia que precisava. Nem que experimentaria sensações e sentimentos completamente desconhecidos, e que compartilharia momentos com pessoas que eu tampouco esperava conhecer. 

Um ano pode ser muito e pode ser nada, depende do ponto de vista, mas uma coisa é certa: é tempo suficiente para que tudo, absolutamente tudo, mude.    


miércoles, 27 de noviembre de 2024

Não tenho tempo

Versión en español.

Sério. E é a razão pela qual praticamente não estou escrevendo mais. Meu próximo post era para ser sobre a minha viagem para Madri, que faz, veja bem, quase dois meses. Agora já não tem mais sentido falar sobre Madri porque eu nem lembro mais como era Madri, nem como foi ter estaado em Madri. Lembro que a comida em quase todos os lugares era meio ruim, mas essa não pode ser a minha principal lembrança de Madri. 

Nos dias seguintes à viagem, cheguei a escrever uma parte do post na minha cabeça, mas infelizmente não é assim que as coisas funcionam, e enquanto a IA não puder transformar meus pensamentos em textos coerentes, não vai funcionar. Cerca de um mês depois da viagem, finalmente desisti.

Foi minha primeira viagem longa desde que estou em Barcelona e merecia algumas palavras, mas já era tarde demais. E eu continuava sem tempo. Então o próximo post poderia ser sobre Tarragona, pensei, uns dias antes da pequena escapada ao povoado histórico catalão. Entre contratempos com o trem (que não ia até Tarragona por obras nos trilhos, algo descoberto minutos antes de embarcar), chuva, passaporte esquecido e alerta massivo de temporal nos celulares, foi a cidade que mais gostei de visitar na Catalunha. E na Espanha. Mas eu continuava sem tempo para escrever a respeito. 

Agora já estamos com um pé em dezembro e eu não escrevi nada sobre coisa nenhuma e me sinto culpada, não apenas porque pago por este maldito domínio .com, mas porque gosto de escrever aqui. Porque daqui a alguns anos poderia ler outra vez o texto (que não existe) e rir sobre a comida dos restaurantes de Madri ser ruim e talvez sobre as combinações do metrô de lá levarem aproximadamente 15 minutos para serem concluídas. 

Então, como dizia, dezembro está dobrando a esquina e eu deveria escrever sobre como em uns dias vai fazer um ano que fui embora de Buenos Aires e que eu ainda penso naquele lugar todos os dias. E talvez sobre as coisas que eu mais sinto saudades de lá. Ou sobre as coisas que são melhores lá do que aqui, correndo o risco de que algum espanhol leia e descubra que Buenos Aires é a melhor cidade do mundo. 

E depois ainda teria que escrever sobre como pela primeira vez na minha vida, o meu aniversário, o Natal e o Ano Novo serão no inverno. COMO NOS FILMES. 

Daí lembro de todas às vezes em que me sentava com o computador nas pernas, encarando uma página em branco do Google Docs, morrendo de vontade de escrever e com tempo para isso, mas sem nenhuma ideia do que falar. 

Não lembro onde li que era muito mais fácil escrever quando tudo está uma bosta, que ou é isso, ou é deitar em posição fetal no quarto escuro, e acho que faz sentido. Porque eu não tenho tempo nem de deitar em posição fetal. Talvez 15 minutos antes de dormir.

Entre trabalhar como uma égua (uma égua freelancer, o que é pior, vocês sabem), ir à academia seis vezes por semana para manter a sanidade mental, as aulas de catalão (viu, nem essa eu tinha contado ainda) e as tarefas de catalão, minha pequena vida social e a afetiva e os vários livros que andei lendo, tive que escolher viver a escrever. Sim, uma loucura. De todos os modos, não devolverei a carteirinha.